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09 agosto, 2006

Historia de una ardilla voladora

Hace mil que no me paso por aquí, vida ocupada y poco de lo que escribir. Aquí os dejo una pranoya. Hace años ya que habitaba en los frios bosques del norte un ardilla voladora. A diferencia de las ardillas "normales" esta iba lanzandose de árbol en árbol ansiosa por conocerlos todos. Cuando estaba cansada o ambrienta paraba en el que mas le apeteciera antes de proseguir su búsqueda, porque algo buscaba.

Ella en realidad provenía de los calidos bosques del sur, en los que de joven habia vivido con sus congeneres jugando y correteando, pero un dia tuvo una fuerte discusión con su mejor amiga, y eso la dejó deprimida durante muchas estaciones, así que se prometió que no le volvería a pasar y por eso vagaba en busca de nada.

Nuestra ardilla voladora proseguía su viaje por los helados bosques del norte, sin embargo su instinto le dijo que ese año el invierno sería extremadamente frío, así que no le quedaba otro remedio que buscar un grupo de ardillas normales con las que invernar. -No será tan malo- se dijo, -al fin y al cabo hace mucho que no veo a mis congeneres. Sin embargo mientras se decía esto a si misma en voz alta, solo pensaba en lo mal que lo había pasado la ultima vez, allá en el hogar en que nació, en los bosques del sur, esperando que la experiencia adquirida le evitara crear lazos y cometer los mismos errores.

Un dia llego a un pinar donde encontro otras muchas ardillas, se acercó timidamente, casi con miedo, pues hacia mucho tiempo que no tenía relación con otras ardillas. Mientras daba pasos temblorosos hacia la que parecía ser la ardilla jefe del pinar, el resto se volvían hacia ella examinandola reticentes, todas menos una que la deslumbró con su sonrisa. Tras explicarle su situación a la ardilla jefe, esta aceptó dejarla quedarse, y le presento a las otras.

Durante mucho tiempo permaneció alli casi sin relacionarse con las otras mas que lo justo, pues ellas no parecían interesarse por ella, y a ella no le importaba mas que sobrevivir a ese invierno. Sin embargo, aquella ardilla que la había sonreido el primer día, siempre la seguía con la mirada, espectante, y con aquella sonrisa perpetua, que parecía tan sincera.

Con el paso del tiempo, en la larga espera del invierno recogiendo furtos secos, acabaron haciendose amigas, muy amigas, y compartían muchas cosas, mas de las que nuestra ardilla recordaba haber compartido nunca, pues era tanto el tiempo que había pasado vagando solitaria.

Pasó ese invierno, y eran mas amigas que nunca, habían tenido algun problemilla, como todas las ardillas, pero nada que unas palabras, mientras compartían unas bellotas, no pudieran solucionar. Así que esa primavera nuestra ardilla no se marchó, ni la siguiente ni la siguiente. Se estaba empezando a acostumbrar a las otras ardillas, y a volver a tener una amiga, la ardilla sonriente.

Pasaron estaciones y años, lustros y decadas, y cada vez todo parecía mas feliz para nuestra ardilla, cada vez se acostumbraba mas a compartir y a sonreir. Sin embargo como todo tiene su fin, un dia la ardilla sonriente dejó de sonreir, y nuestra ardilla le preguntó que le ocurria. -Cuando nos conocimos me habías pedido una cosa, sólo una, que fuera sincera contigo-. -Es verdad- contesto la ardilla voladora -Pero...¿por que dices eso? ¿acaso no lo has sido siempre? Siempre hemos compartido todas las palabras que poseíamos-. -Yo no, te he mentido, me he guardado palabras para mi sola, que no quería que aprendieras- le dijo friamente la ardilla que ya no era tan sonriente. La ardilla voladora se quedo abatida, defraudada, y se sentía fatal, porque encima de verse traicionada, era incapaz de enfadarse con la ardilla sonriente, que a pesar de todo volvia a sonreir, con esa sonrisa, pero ahora ya no le parecía tan sincera.

Nuestra querida amiga sin amigas, la ardilla voladora, volvía a vagar sola por los bosques, mas triste que antes de aquel invierno frio, mas alicaida, casi tanto que ya no era capaz de planear. ¡Hay!, que bien habrías estado luchando contra el invierno tu sola....

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